Esta ruta es una alternativa, de mayor dificultad, a la ruta Sobrepuerto I.
Las dos rutas comparten el primer tramo de pista, que comienza en el pueblo de Oliván. Discurre por un valle llamado Sobrepuerto, en el que nos encontraremos varios pueblos abandonados, otros en proceso de rehabilitación y sobre todo, unos paisajes preciosos.
La mejor época para disfrutar de esta ruta es en otoño o primavera. También podemos hacerla en verano, pero los paisajes no serán tan bonitos como en otoño o primavera.
Esta ruta será impracticable durante buena parte del invierno, debido a la acumulación de nieve en las zonas altas. Circularemos por zonas a unos 1800 m de altitud.
La ruta tiene tramos dificiles, sin llegar a ser trialeras, por lo que es necesario ir con un todo terreno equipado con buenos neumáticos mixtos. Si ha llovido antes de realizar la ruta, nos encontraremos tramos con mucho barro, y se nos puede plantear algún problema, por lo que te recomiendo realizar la ruta Sobrepuerto I, en lugar de esta, Sobrepuerto II.
El mapa empleado para seguir la ruta es: CARTOGRAFÍA MILITAR DE ESPAÑA E1:25.000 mapa de Senegue (nº177/4).
Para llegar a Oliván tomamos un desvío en la N-260, en el km 510.8, indicado con Oliván.
Seguimos la carretera hasta llegar a Oliván. Cruzaremos el pueblo y seguiremos una pista que desciende hasta el barranco de Oliván, con coordenadas (42º 34,532'N y 0º 17,981' W).
Esta pista va paralela al barranco de Oliván, que nos queda a nuestra derecha. Más adelante llegamos a un puente que cruza al otro lado del barranco; en este puente está la barrera en la que debemos emplear la llave que nos facilitan en el ayuntamiento de Biescas. Sus coordenadas son: (42º 34,639'N y 0º 17,630' W)
Seguimos una pista que discurre por un bosque. Llegaremos a un cruce donde sale una pista a la derecha, en las coordenadas (42º 34,225'N y 0º 16,746' W). Tomamos ese desvío para ver el primer pueblo en nuestra ruta, llamado Susín, con coordenadas (42º 34,148'N y 0º 17,439' W). En este pueblo hay varias casas rehabilitadas, y en mi visita salieron a dar la bienvenida varios gatos y algún perro. Desde aquí tenemos unas buenas vistas de Oliván.
Además de algunas casas rehabilitadas, en Susín encontramos también la iglesia de Santa Eulalia de Susín, que se conserva en buen estado.
En la siguiente foto, si observas con detalle, puedes ver como este pueblo tiene, al menos, un habitante.
Una vez visitado el pueblo de Susín, seguimos ascendiendo por la misma pista, rodeados de un espeso bosque. Más adelante llegamos a las ruinas de un pueblo llamado Casbas de Jaca, con coordenadas (42° 33.740'N y 0° 17.583'W).
Seguimos ascendiendo por la pista dentro del espeso bosque, llamado Monte Landrogallo.
Tras ascender aproximadamente 5 Km por la pista desde Casbas de Jaca, llegamos a la falda de un monte llamado Peña Blanca, a unos 1750 m de altitud, desde donde tenemos unas espectaculares vistas. La pista puede estar algo rota por las lluvias caidas.
Seguimos avanzando por la pista sobre la falda de Peña Blanca. A nuestra derecha queda el Monte Oturia, de 1921 m de altitud. Un poco más adelante llegamos al punto más alto de la ruta, a 1780 m de altitud, en el llamado Monte de San Cocobá.
Comenzaremos a descender por la falda del Monte de San Cocobá hasta llegar a un cruce de pistas con coordedas (42 °31.524'N y 0° 15.633'W). Tomaremos la pista que sale a la derecha para ir a conocer el Santuario de Santa Orosia. Unos metros más adelante llegamos a un refugio llamado Caseta de San Cocobá, con coordenadas (42° 31.531'N y 0° 15.720'W). Un kilómetro más adelante llegamos a otro cruce, donde debemos seguir a la derecha, para llegar al Santuario de Santa Orosia, rodeado de praderas..
Como curiosidad, adjunto una leyenda que existe sobre Santa Orosia, que explica el origen de dicha ermita:
Santa Orosia fue martirizada por los Musulmanes en el monte de Yebra, cortándole primero los brazos, después las piernas y por último su sagrada cabeza. La cabeza, al caer al suelo, rebotó tres veces, y en cada bote manó una fuente. Dicha fuente de tres caños perdura todavía. Las santas reliquias virginales fueron arrojadas por el monte de Yebra, para pasto de las bestias.
Esto ocurrió por el año de 920.
Los ángeles cuidaron de dar honorífico sepulcro a Santa Orosia y recogieron sus reliquias y las colocaron en aquél monte. Aquí estuvieron escondidas, habiéndose perdido la noticia del soberano tesoro, hasta que, a un pastor, se le manifestó el cuerpo y la cabeza, pidiéndole que dejara la cabeza en Yebra de Basa y llevara el cuerpo a la Santa iglesia de Jaca, donde permanece incorrupto, desprendiendo singular fragancia.
Cuando las reliquias se acercaban a Jaca, las campanas comenzaron a sonar solas anunciando la llegada. Ese año las montañas obtuvieron su mejor cosecha.
En la cumbre de aquel dichoso monte de Yebra, y donde está la fuente referida, hay una ermita llamada de Santa Orosia, y antes de llegar a dicho sitio se ve debajo de una peña, otra iglesia donde se conservan las reliquias de San Acisclo, San Cornelio y la real comitiva, todas revueltas.
En este monte se hallan piedras de prodigiosas formas. Algunas son como conchas de mar y los peregrinos se las ponen en sus sombreros.
Una vez visitado el Santuario, tenemos que volver por la misma pista hasta el cruce que hay pasada la Caseta de San Cocobá, con coordedas (42 °31.524'N y 0° 15.633'W). Ahora seguimos la pista que sale a la derecha en descenso, que nos llevará hasta un pueblo llamado Cortillas, con coordenadas (42º 31,870'N y 0º 12,958' W). Tiene una iglesia medio derruida y una gran casa rehabilitada, con un escudo en el que se puede leer Casa Isabal. Para llegar al pueblo, tenemos que tomar un desvío que desciende hasta la plaza de Cortillas
Justo en la ladera del monte de en frente, podemos ver las ruinas de otro pueblo, llamado Cillas, con coordenadas (42º 31,844'N y 0º 12,620' W).
Después de visitar Cortillas, volvemos a la pista y a unos 2 Km,llegamos a un cruce donde concurren 4 pistas, llamado La Cruz de Basarán, de coordenadas (42º 32,943'N y 0º 13,007' W). Seguimos la pista a la derecha, descendiendo hacia el siguiente pueblo, llamado Basarán,con coordenadas (42º 32,745'N y 0º 12,449' W). Está totalmente abandonado, tan apenas quedan en píe algunos muros de las casas que formaron este pueblo. Dentro del pueblo nos encontraremos con unos carteles que nos indican los recorridos que podemos seguir desde Basarán.
Una curiosidad sobre este pueblo:
La iglesia de Basarán fue trasladada piedra a piedra hasta un pueblo del Valle de Tena, llamado Formigal, donde existe una de las mayores estaciones de Esquí de España.
Una vez visitadas las ruinas de Basarán, volvemos por la misma pista hacia el cruce anterior, La Cruz de Basarán. Un poco antes de llegar al cruce, sale una pista a la derecha, en descenso, , con coordenadas (42º 32,938'N y 0º 12,980' W) que nos lleva hasta un pueblo llamado Escartín. En la fecha que se realizó la ruta, la pista se encontraba cortada por un desprendimiento de rocas, haciendo imposible el paso. Si el paso se ha limpiado, podemos llegar hasta Escartín, de coordenadas (42º 32,993'N y 0º 11,387' W) y luego volver por la misma pista.
Seguimos hasta el cruce y tomamos la pista que sale a la derecha, en ascenso, que nos lleva hacia el pueblo más conocido del valle de Sobrepuerto, llamado Ainielle. Desde esta pista tendremos unas buenas vistas del valle de sobrepuerto. Seguimos esa pista hasta que encontramos a nuestra izquierda una senda, con coordenadas (42º 34,097'N y 0º 13,539' W) que desciende hacia el pueblo de Ainielle. Ahí tenemos que dejar el coche para bajar andando hasta el pueblo de Ainielle, que está a 1,2 Km.(unos 15 minutos andando, con cuidado puesto que hay muchas piedras sueltas).
Al final de esta senda nos encontramos por fin con Ainielle, con coordenadas (42º 34,319'N y 0º 14,363' W). Está deshabitado y quedan pocas casas en píe.
La novela La lluvia amarilla de Julio Llamazares está ambientada en este pueblo, Ainielle. En esta novela, se narra la vida del último habitante de Ainielle; os recomiendo su lectura antes de realizar esta ruta.
Pongo unos fragmentos del libro La lluvia amarilla de Julio Llamazares, donde se vive la soledad y silencio que padeció el último habitante de este pueblo, mientras observa como se van perdiendo las casas y campos que tanto trabajo costaron levantar y que tantos recuerdos le traen; quizá nosotros mismos podemos experimentar algo parecido cuando visitemos Ainielle:
A lo lejos, frente a ellos, en la ladera opuesta de la montaña, los tejados y los árboles de Ainielle, ahogados entre peñas y bancales, comenzarán ya entonces a fundirse con las primeras sombras de una noche que, aquí, contra el poniente, llega siempre mucho antes. Visto desde la loma, Ainielle se cuelga sobre el barranco, como un alud de losas y pizarras torturadas, y sólo en las casas más bajas -aquellas que rodaron atraídas por la humedad y el vértigo del río- el sol alcanzará a arrancar aún algún último destello al cristal y a las pizarras. Fuera de eso, el silencio y la quietud serán totales. Ni un ruido, ni una señal de humo, ni una presencia o sombra de presencia por las calles. Ni siquiera el temblor indefinido de un visillo o de una sábana colgada en el frontal de alguna de cualquiera de sus múltiples ventanas. Ningún signo de vida podrán adivinar en la distancia. Y, sin embargo, los que contemplen el pueblo desde las altas campas de Sobrepuerto sabrán que, aquí, entre tanta quietud, entre tanto silencio y tantas sombras, yo les habré ya visto y estaré esperándoles.
Desde entonces a hoy, la muerte ha ido avanzando tenaz y lentamente por los cimientos y las vigas interiores de la casa. Sin vértigo. Sin prisa. Sin compasión ninguna. En sólo cuatro años, la hiedra ha sepultado el horno y la panera y la carcoma ha corroído por completo las vigas del portal y el cobertizo. En sólo cuatro años, la hiedra y la carcoma han destruido el trabajo de toda una familia y todo un siglo. Y ahora las dos avanzan juntas, por las maderas ya podridas del viejo corredor y del tejado, en busca de esas últimas sustancias que aún sostienen el peso y la memoria de la casa. Esas sustancias viejas, cansadas, amarillas -como la lluvia en el molino aquella noche, como mi corazón ahora y mi memoria-, que, un día, tal vez muy pronto ya, se pudrirán también del todo y se desmoronarán, al fin, en medio de la nieve, quizá conmigo dentro todavía de la casa.
El edificio mejor conservado de Ainielle, es su iglesia.
Dentro de la iglesia de Ainielle se conserva la pila bautismal y el altar, donde encontraremos un cuaderno dentro de un envase de plástico, donde podemos firmar y dejar algún comentario o recuerdo.
Después de conocer Ainielle, debemos subir andando por la misma senda que llegamos. Si, tal como os he recomendado, habeis leido la novela La Lluvia Amarilla de Julio Llamazares, durante el camino de regreso a nuestro coche seguro que os van viniendo a la mente las escenas relatadas en la novela.
Una vez que llegamos a nuestro coche, debemos regresar por la pista hasta el cruce, La Cruz de Basarán, y tomar la pista que sale a la derecha en descenso para regresar hasta Oliván, donde terminará la ruta.
Espero que os guste la ruta. Y si os interesa la ruta para GPS o alguna foto con más calidad, mandarme un e-mail.
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